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La obra de Salvador Dalí no se puede entender sin descubrir el Empordà, su tierra natal. El Triángulo Daliniano traza un emocionante itinerario por tres museos imprescindibles que te adentrarán en el mundo del maestro del surrealismo.
Genial. Transgresor. Apasionado. Y ampurdanés. Salvador Dalí es un personaje de dimensión universal que fraguó su mito desde este pequeño rincón del litoral catalán. La singular obra del artista nacido en Figueres en 1904 está llena de referencias al paisaje de la Costa Brava, que le inspiraba y acompañaba. Las calas, los acantilados, la luz del Mediterráneo, la tramontana, los pueblos de pescadores, la fauna y la flora… Todo el Empordà pasa por el filtro surrealista de Dalí y se convierte en una parte esencial del legado del artista, uno de los grandes tesoros culturales de Girona y el motivo de este viaje que te proponemos.
Coge un mapa de la Costa Brava y traza una línea imaginaria que una Figueres, Portlligat (Cadaqués) y Púbol. Ya tienes el Triángulo Daliniano dibujado sobre el Empordà. En cada uno de los tres vértices, a muy poca distancia el uno del otro, te espera uno de los grandes escenarios de la vida y la obra de Salvador Dalí: el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa-Museo Salvador Dalí de Portlligat. Empieza por donde quieras, el orden de los factores no altera que vivas una experiencia única en el universo de Salvador Dalí. Te espera la ruta más surrealista de la Costa Brava.
Hay poca distancia entre los diferentes escenarios del Triángulo Daliniano, pero dedica al menos dos días enteros para disfrutarlo sin prisas. Ten en cuenta que tendrás que parar a contemplar algunos de los parajes más bonitos de la Costa Brava y a degustar su gastronomía a tu ritmo.
El Teatro-Museo Dalí de Figueres
Se trata del mayor objeto surrealista del mundo y la última gran obra de Salvador Dalí, que él mismo ideó y diseñó. El proyecto es curioso desde su origen mismo. A principios de los años sesenta del siglo xx, el alcalde de Figueres, Ramon Guardiola, pidió a Dalí una obra para el Museo del Empordà. La respuesta del artista fue regalar todo un museo a su ciudad.
Aprovechando la fachada neoclásica del antiguo teatro municipal, parcialmente destruido a finales de la Guerra Civil, Dalí concibió un espacio que cautivara al visitante y lo adentrara en su mundo interior. El exterior del museo es una buena muestra de los delirios creativos del artista, con la emblemática cúpula de vidrio y los huevos gigantes que coronan el edificio.
El recorrido por las salas del museo es un paseo alucinante por todas las vertientes artísticas de Dalí: pintura, escultura, instalación, holograma, fotografía, etc.; y todas las etapas artísticas que describen su trayectoria: las primeras obras (impresionismo, futurismo, cubismo y otros), las creaciones surrealistas y los trabajos de los últimos años.
«Es evidente que existen otros mundos, eso seguro; pero, como ya he dicho muchas otras veces, esos otros mundos están en el nuestro, residen en la tierra y precisamente en el centro de la cúpula del Museo Dalí, donde está todo el nuevo mundo insospechado y alucinante del surrealismo».
Salvador Dalí.
El Castillo Gala Dalí de Púbol
Castillos medievales tienes para dar y tomar en la Costa Brava y en el Pirineo de Girona. Pero ningún otro alberga una historia de amor tan singular como el castillo de Púbol. Salvador Dalí adquirió este edificio de tres plantas como regalo para Gala, su esposa. Era un castillo deteriorado, de aspecto romántico y melancólico, que el artista ampurdanés reformó para convertirlo en un sitio de descanso y aislamiento para quien fue siempre su musa.
Dalí creó un lugar misterioso, lleno de sorpresas, ingenios arquitectónicos y espacios de gran belleza, y convirtió las dependencias del castillo en auténticas obras de arte surrealistas. El salón del piano, el jardín con los elefantes zancudos o el mausoleo de Gala son algunos de los espacios que te llevan directamente al mundo onírico de Dalí, donde no faltan obras pictóricas para decorar los interiores. Dalí lo cuenta así en sus Confesiones inconfesables (1973): «Me he contentado con decorar sus techos para que, al levantar los ojos, siempre me encuentre en su cielo».
El artista solo podía acceder al castillo con el permiso por escrito de Gala. Era una especie de condición ceremoniosa basada en el amor cortés con la que aumentar el deseo y la pasión. Tras la muerte de ella, que fue enterrada en la sala del Diezmo, Dalí instaló allí su residencia y su taller. Dos años más tarde, un incendio en su habitación le causó graves quemaduras y se vio forzado a mudarse definitivamente a Figueres.
La Casa-Museo Salvador Dalí de Portlligat
Para cerrar el Triángulo Daliniano tienes que ir hasta la bahía de Portlligat (Cadaqués), en el Parque Natural de Cap de Creus. Seguramente te invadirá la misma sensación que a Salvador Dalí cuando en 1930 decidió comprar una pequeña barraca de pescadores, atraído por la belleza, la luz y el aislamiento del paisaje.
Con los años, Dalí y Gala convirtieron la casa en un espacio único, la ampliaron con otras barracas vecinas y crearon una estructura laberíntica repleta de un sinfín de objetos y recuerdos de la pareja. En palabras de Dalí es «una verdadera estructura biológica» que evoluciona con los años. «A cada nuevo impulso de nuestra vida le correspondía una nueva célula, una habitación».
Durante tu visita descubrirás el diálogo de los acogedores y mágicos interiores con el paisaje tan característico de la Costa Brava, una referencia constante en la obra de Dalí. Los espacios se diferencian en tres ámbitos: una zona íntima para la vida de Dalí y Gala, el estudio del artista y el espacio exterior con caminos y jardines donde la pareja hacía vida pública. También se puede visitar una construcción circular adicional que Dalí utilizaba como taller, donde encontrarás esculturas y performances con su sello inconfundible.
«Portlligat es el lugar de las realizaciones. Es el sitio perfecto para mi trabajo. Todo se conjura para que así sea: el tiempo discurre más lentamente y cada hora tiene su justa dimensión. Hay una tranquilidad geológica: es un caso planetario único».
Salvador Dalí.
Donde el Empordà se convierte en el epicentro del enoturismo en la Costa Brava