Periodista, comunicadora, caminante curiosa, enamorada de las personas y de mi pequeño país
En la costa, en el interior o en plena montaña. Te invitamos a pasear sin prisa por una veintena de pueblos con el alma medieval.
El Alt Empordà, la comarca que nace en los Pirineos y se despliega hasta el mar Mediterráneo, acoge un puñado de pequeños pueblos que han conservado sus orígenes medievales. Los delatan las calles estrechas y empedradas, los muros y los porches imponentes, las antiguas torres de defensa y los castillos, las iglesias y las ermitas románicas y, especialmente, las murallas que protegían a sus habitantes y que los siguen abrazando, ya sea en parte o aún por completo. Sant Llorenç de la Muga es un claro ejemplo de ello y es imprescindible marcarlo en la ruta, como también hay que tener presente el pequeño núcleo de Lladó, el bonito pueblo de Peralada y la población de Castelló d’Empúries, sede de la preciosa basílica de Santa Maria.
Sant Llorenç de la Muga. Maria Geli - Pilar Planagumà. Arxiu Imatges PTCBG.
A lo largo del año, muchas de estas poblaciones celebran fiestas y ferias que reivindican sus raíces medievales. También lo hacen algunos pueblos del Baix Empordà que presumen de haber nacido y crecido entre los siglos V y XV. Quién no ha oído hablar de Monells, en el Empordanet. O de Púbol, donde Dalí compró un castillo para regalárselo a su querida musa Gala. O de Ullastret, un valioso tesoro a tocar del yacimiento íbero más importante de Cataluña. Pals es precioso y Vulpellac, un agradable descubrimiento; pero, si hay una visita imprescindible es Peratallada, considerado uno de los pueblos medievales más bonitos de España en 2023 por la revista National Geographic.
Otras cabeceras de viajes, como Traveler, citan Tossa de Mar como una de las poblaciones medievales más importantes de Girona. Y lo es. Se encuentra en la comarca de la Selva y reúne todos los atractivos posibles más uno último que le concede el carácter único que tiene. Es el mar, el mar al pie de la propia muralla.
Peratallada. Hecktic Travels. Arxiu d'Imatges PTCBG.
Seguimos nuestro recorrido particular y nos fijamos en la Garrotxa. Aquí, los visitantes de las villas medievales de Santa Pau, Castellfollit de la Roca –dibujando un perfil espectacular encima del acantilado– y de la extraordinaria Besalú –con su famoso puente angular de siete arcos sobre el río Fluvià–, también reciben sensaciones únicas. De que el tiempo se haya detenido en ellas, de que la belleza se encuentra en cualquier detalle, de que la vida sosegada es posible. Lo mismo percibimos al pasear por Madremanya o Sant Martí Vell, ya en el Gironès, o por el corazón de dos núcleos medievales del Pla de l’Estany, Crespià o Sant Miquel de Campmajor. En este último, además, los amantes de los paisajes bucólicos y los puentes románicos encontrarán una sorpresa.
Besalú. Hecktic Travels. Arxiu d'Imatges PTCBG.
Cerramos el artículo en dos comarcas del Pirineo de Girona más occidental que también esconden auténticas joyas. En la Cerdanya os recomendamos pasear sin prisa por Ger y perderse por las calles de Llívia, donde se encuentra la farmacia más antigua de Europa. Y, en el Ripollès, os invitamos a ver y vivir tres auténticas maravillas: los pueblos de Beget, Camprodon y La Roca. En este último, encaramados en una roca que ofrece unas vistas impresionantes de todo el valle, descansan los restos mortales de uno de los artistas más representativos del movimiento artístico Dau al Set, el pintor Joan Ponç. ¿Cómo no podría ser cautivador este rincón del mundo?
Beget. Alvaro Sanz. Arxiu d'Imatges PTCBG.