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Periodista cultural
El patrimonio museístico de las comarcas gerundenses es ingente y de interés innegable. Para captarlo sólo es necesario navegar un rato por la completísima web Visit Museum.
Algunos museos, sin embargo, van más allá de su sede física, del edificio en el que desarrollan su principal actividad. Estos equipamientos de los que estamos hablando disponen de lo que se llama extensiones, que se vinculan con su discurso museístico, dependen del museo en cuestión, pero están en otra ubicación física y suelen explicar un aspecto concreto de la temática a la que está consagrado el museo de referencia. En este post le proponemos 5 extensiones de museos de las comarcas gerundenses, algunas curiosas.
La Casa de pescadores Can Cinto Xuà es una extensión del Museu de l’Anxova i de la Sal de l’Escala. El Ayuntamiento la declaró de utilidad pública e inició el proceso de expropiación, para su posterior incorporación a la oferta museística local. El inmueble está situado en el casco antiguo de L’Escala, en la calle Torre, número 35, cerca de la playa del antiguo puerto. Se trata de una de las pocas casas que todavía mantiene la típica estructura de casa de pescadores, sin intervención alguna de la segunda mitad del siglo XX. Fue edificada en el siglo XVII por la familia Callol -apellido ilustre y muy vinculado a la industria de la anchoa-, de pescadores y coraleros. Consta de dos habitaciones en la planta de abajo, separadas por la caja de la escalera. En una se conservan los fogones de carbón, la chimenea y el horno del siglo XVIII; en la otra se encuentra la cocina de principios del XX y la despensa, que comunicaba con un antiguo patio y granero que daba a la calle Sant Pere. En el piso de arriba hay tres habitaciones, una de las cuales es una alcoba. La casa se ha museizado con objetos que han sido donados y son provenientes de muchos hogares locales para poder explicar cómo era la vida cotidiana del siglo XVII al XIX, hasta la llegada del turismo. Can Cinto Xuà es uno de los pocos ejemplos de casa de pescadores que se conservan intactas en Cataluña, abierta al público.
Este depósito de agua modernista, declarado bien cultural de interés nacional (BCIN) es una extensión del Museu del Suro de Palafrugell, situado en la antigua fábrica de corcho de Can Mario. El depósito se terminó de construir en 1905. Actualmente, el depósito es un verdadero símbolo identificador de Palafrugell y su silueta urbana, así como en un elemento destacado del patrimonio industrial catalán, por su estructura y valores artísticos. A través de una exposición y un audiovisual, el visitante puede adentrarse en la historia y las particularidades de esta construcción: quien la promovió, quien la proyectó, quien la construyó, qué función tenía dentro de la fábrica y por qué se aplicó una decoración modernista cuando la mayor parte de los depósitos de agua del sector corchero eran construcciones funcionales. El visitante puede subir los 182 escalones que lo llevarán hasta una altura de 30 metros. Encima del depósito, se puede contemplar un destacado trabajo de forja y disfrutar de unas vistas panorámicas impresionantes de Palafrugell y el Empordanet. El Museu del Suro también gestiona como extensión propia el Conjunto Monumental de San Sebastián de la Guarda en Llafranc.
La antigua farmacia del hospital de Santa Caterina es uno de los conjuntos farmacéuticos conservados in situ más notables de los siglos XVII-XVIII, junto a la farmacia de Llívia. La antigua farmacia, una extensión del Museu d’Art de Girona, se encuentra ubicada en la planta baja del edificio que acogía el hospital -actualmente sede de la delegación del Govern-, con acceso directo desde el patio interior. La estancia está cubierta por una bóveda de arista decorada con pinturas alegóricas del siglo XIX, que cubren unas pinturas más antiguas de época barroca con alegorías galénicas. Del mobiliario conservado destaca el cordialero, un tipo de armario profusamente decorado, en el que se guardaban los medicamentos más preciados, incorporado en el conjunto de estanterías. La farmacia conserva una colección de más de 300 botes de cerámica blanca vitrificada datados de los siglos XVII y XVIII, además de varios morteros, frascos de vidrio soplado y recipientes de madera, entre otros. Este conjunto de botes de cerámica es uno de los más importantes de Europa por su cronología y la cantidad de recipientes que la forman. Otra de las joyas de esta farmacia es la biblioteca, que recoge diversas publicaciones y tratados relacionados con la medicina que van desde el siglo XIII hasta el XX.
El Museu de la Pesca de Palamós tiene más de una extensión. La capilla del Carmen, el Castillo de Sant Esteve de Mar o el Espai del Peix son algunos ejemplos. Lo singular, sin embargo, seguramente son Las Barcas del Pescado. Ésta es una extensión, literalmente, sobre el agua, ya que el equipamiento se hace cargo de la preservación de dos embarcaciones cedidas al museo que se han convertido en una “extensión flotante” en el muelle de Palamós. Son la Gacela y la Estrella Polar, dos barcas propiedad del Ayuntamiento de Palamós, que son una plataforma donde mostrar y descubrir al público las pesqueras principales de nuestra costa: la pesca de arrastre y la de cerco.
La inestabilidad de un barco, el olor de una sala de máquinas, un espacio pequeño angustioso, la percepción del fondo del mar, la observación de una muela de pescado a través del monitor de una sonda, escuchar una conversación por radio, el tacto de una red… A través de esta serie de sensaciones los visitantes se acercan a las características de las embarcaciones de pesca y el trabajo de los pescadores a bordo, reforzando el discurso del Museo, haciéndolo más entendible, cercano y participativo. Las Barcas del Pescado son escenario de toda clase de actividades pedagógicas, visitas culturales y talleres. Puede consultar en la web el calendario de visitas guiadas, en el marco del programa pedagógico Viu la Mar.
El escritorio de Santa María de Ripoll, el scriptorium, una de las extensiones del Museu Etnogràfic de Ripoll, fue uno de los más relevantes de Europa a nivel paleográfico, textual y artístico. Junto a la biblioteca, se encontraba en el seno de una comunidad benedictina dedicada a la oración y al trabajo. En estos espacios, que a menudo se encontraban en la misma estancia, se desarrollaba, a menudo con un silencio absoluto, una de las tareas más laboriosas que se llevaban a cabo en el interior del cenobio, la copia de manuscritos. Los amanuenses o monjes copistas, se pasaban la mayor parte de su tiempo copiando e iluminando códices, fabricados con pergamino, escritos con plumas de ganso y tinta hecha con hollín. Esta extensión del Museo Etnográfico de Ripoll dejó un viejo legado muy destacado de manuscritos de los siglos X, XI y XII. Parte considerable de estos manuscritos se han perdido a lo largo del tiempo; los códices conservados se encuentran mayoritariamente en el Archivo de la Corona de Aragón, aunque hay que ir hasta la Biblioteca Nacional de París o la Biblioteca Apostólica del Vaticano para poder contemplar las páginas de las dos grandes biblias manuscritas en el monasterio de Santa María en el siglo XI. En la actualidad, el scriptorium es una exposición permanente que, de forma interactiva y didáctica, ofrece al visitante la posibilidad de conocer el pasado cultural de la población y la importancia que el monasterio de Santa María de Ripoll tuvo de los siglos X al XII en la producción y copia de manuscritos. Pero la experiencia no acaba aquí, sino que el visitante, ya sea adulto o joven, aprenderá cómo se fabrica un pergamino, cómo se consigue escribir con una pluma de ganso, cómo se liga un códice medieval y una vez terminada la visita, podrá hacer él mismo de monje copista, poniendo en práctica lo aprendido en la exposición del largo y minucioso proceso de fabricación de los códices.
