La Costa Brava más alternativa

Más allá de los paisajes y visitas que aparecen en todas las guías, la Costa Brava tiene una paleta de colores llena de matices que hace de sus pueblos un paraíso único, con rincones fuera de las rutas turísticas convencionales que quizás todavía no conozcas.

Situado al norte, en la frontera con Francia. Si eres amante de los true crimes en general y de Crims (Crímenes) en particular, debes saber que el pino del episodio de La Noia de Portbou (La chica de Portbou) está aquí, cerca del cementerio en el que también descansan los restos del pensador alemán Walter Benjamin, que perdió la vida en extrañas circunstancias y al que le tienen dedicado hasta un escape town. 

Fuera de la costa, en el norte más meridional de la región, en este pequeño pueblo se alza majestuoso el Castell de Peralada, en el que se emplaza el conocido Festival Internacional de Música. Tierra de bodegas y vinos te recomendamos dar un paseo por la sierra de la Albera y hacer un picnic entre viñas. 

Al sur de Portbou, encontramos este pueblo pesquero por excelencia, que goza de vida durante todo el año. Entre sus encantos menos populares encontramos la playa nudista del Borró. Situada en el cabo de Ras, en una zona natural de arena fina dorada, tiene un gran valor ecológico y es un lugar mágico para bañarte como Dios te trajo al mundo. 

Más hacia el sur, si te alejas un poco de los paisajes que ves en las postales, en plena montaña, encontrarás el Monasterio de Sant Pere de Rodes. Un lugar perfecto para un retiro espiritual de cuerpo y mente. 

Seguimos bajando, hacia el Parque Natural del Cap de Creus, de gran importancia biológica, geológica y paisajística, forma parte del municipio de Cadaqués. También es donde los lugareños se citan el 1 de enero para comer chocolate con churros y ver el primer rayo de sol desde el restaurante, que cuenta con una extensa carta y menús para grupos y que completa su oferta con tres apartamentos rústicos y acogedores, ideales para parejas o familias que desean gozar más intensamente de la experiencia del Cap de Creus. 

Este encantador pueblo es conocido por su Cantada de Habaneras y el cremat (ron con azúcar, café, limón y canela al que se prende fuego antes de beber). Si quieres ver el primer lugar donde se celebraba este encuentro, sitúate delante de la taberna de Can Batlle (cerrada a día de hoy), en la calle de Les Voltes e imagínate a unos pocos lugareños cantando y bebiendo ron.

Famoso por sus casas de colores pastel, su castillo medieval y sus calas mediterráneamente cristalinas y protagonistas de mil anuncios y películas. Te proponemos una alternativa para huir de la multitud sin renunciar a un maravilloso atardecer: la playa de la Isla Roja (Platja de l’Illa Roja).

Es uno de los pueblos medievales con más encanto del mundo: calles adoquinadas, casas de piedra y una hermosa iglesia gótica. Para descubrir su plato más típico, el arroz, te proponemos un paseo guiado entre arrozales y viñedos. Olvídate de las prisas, porque éste es un destino slow y hay que cocerlo a fuego lento.

Lo que casi nadie sabe de Torroella es que, en este lugar, al que no le falta su castillo, se disfruta desde el mismo de uno de los amaneceres más espectaculares de toda la región, con vistas a L’Estartit y a las Islas Medes, la mejor reserva marina de toda Europa, donde puedes aprender a hacer submarinismo mientras cuidas el medio ambiente. 

Además de ser el pueblo donde Orson Welles rodó Pandora con Ava Gardner, se comenta que en la época medieval existía una comunidad de brujas que se reunían en la playa de Cala Bona para celebrar rituales, hechizos y otras malas artes.