Cinco castillos de cuento donde vivir tu aventura

Empezamos este viaje por algunos de los recintos militares más destacados de las comarcas gerundenses en la ciudad de Figueres (Alt Empordà), ya que aquí se encuentra el monumento más grande de Cataluña y la fortaleza moderna más grande de Europa. Hablamos del Castillo de Sant Ferran. Este inmenso conjunto diseñado por ingenieros militares del siglo XVIII requiere una visita pausada y, de hecho, tiene un aliciente como pocos: los itinerarios en jeep que se organizan para ver bien todo el foso, así como las rutas en embarcaciones neumáticas para contemplar los sorprendentes depósitos de agua subterráneos.

También merece una ovación el Castillo de la Trinitat, en Roses (Alt Empordà), un ejemplo de fortaleza de artillería de costa. Se encuentra en un extremo de la ciudad, en la punta de la Poncella, por encima del faro de Roses, y regala una preciosa panorámica de la bahía. Los más valientes pueden subir la escalinata que se encarama fuerte y escarpada hasta la fortaleza. Parece que no acaba nunca, como debía de pasar con las batallas que protagonizó. Tiene forma de estrella de cinco puntas, está excelentemente restaurada y cuenta con una museización espléndida y didáctica, repleta de recursos y detalles que narran sus quinientos años de historia.

El perfil del Castillo de Montsoriu es imponente y se identifica desde lo lejos del término municipal de Arbúcies (Selva) al que pertenece. Se encuentra en lo alto de una colina, a 600 metros sobre el nivel del mar, y para llegar es necesario dejar el vehículo en el parking de la carretera de Fogueres de Montsoriu y hacer una buena caminata de 30 minutos por una pista forestal asequible o 45 por un atajo marcado y con desnivel entre alcornoques y madroños. Hay constancia de él desde el año 1000 y está considerado el castillo gótico más imponente de Cataluña y uno de los recintos medievales más importantes del país. Tras una larga, intensa y excelente tarea de rehabilitación, hace varios años que se puede visitar. Desde lo alto y con la vista puesta en el horizonte se entiende perfectamente por qué fue inexpugnable.

Un capítulo aparte merecen el Castillo de Púbol, en el municipio de La Pera (Baix Empordà), y el Castillo de Queralbs (Ripollès), dos equipamientos imprescindibles si se viaja por estas comarcas. El primero, el de Púbol, es una fortificación medieval que en 1970 se convirtió en residencia del genial artista Salvador Dalí. De hecho, el castillo fue un regalo para su eterna musa, Gala, que decoró pensando en ella. Acceder a él significa adentrarse en el Dalí más romántico. 

Del Castillo de Queralbs, de aquella fortaleza de la segunda mitad del siglo XIV, de aquella fortaleza construida con cantos rodados de granito y rocas metamórficas sin pulir, de aquella fortaleza de pequeñas dimensiones y útil para la defensa gracias a tres torres, murallas y valles, no queda un monumento como los anteriores, sino algunos vestigios, humildes y poderosos. Satisface el esfuerzo para mantenerlos vivos como testimonios de luchas, defensas y conquistas, tanto como la pasarela de madera que los abraza y los corona y que ofrece unas vistas imposibles de describir.