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¿Mi lugar preferido de las comarcas de Girona? Hazme una pregunta más sencilla, por favor.
Mucho más que celebraciones populares. Mucho más que fechas señaladas en la agenda cultural. Son fiestas tradicionales de interés nacional, experiencias únicas que no puedes perderte.
Cultura, tradición, identidad… y mucha alegría. No hay nada como descubrir un pueblo de la Costa Brava o el Pirineo de Girona cuando está de fiestas. Las calles se transforman en espacios de encuentro, se llenan de música y danzas, y de gigantes, cabezudos y otras figuras queridas y veneradas por la gente.
En muchas localidades puedes vivir de cerca la emoción de los castellers y vibrar con las torres humanas que tocan el cielo. También puedes ver en acción a las peñas de diablos y vivir los correfocs y su trepidante combinación de tambores y pirotecnia.
Algunas de estas celebraciones destacan por su singularidad y por su fuerte carga identitaria. Son las fiestas tradicionales de interés nacional. Fiestas ancestrales, con raíces lejanas en el tiempo, que resulta increíble descubrir y compartir con sus gentes.
Para el Viernes Santo, los vecinos de Sant Hilari Sacalm celebran una de las procesiones de Semana Santa más populares y apasionantes del panorama festivo catalán. El vía crucis viviente dramatiza la pasión y muerte de Jesús en un recorrido de catorce escenas que comienza en la plaza de L’Església, donde se representa el juicio de Poncio Pilato, y que avanza lentamente al son de los tambores hasta la colina de la Crucifixió, donde se vive uno de los momentos más emotivos de esta tradición de más de tres siglos de historia.
Alrededor de los días 7 y 8 de agosto, la capital de La Garrotxa se viste de fiesta mayor en honor a la Virgen del Tura, la patrona de la ciudad. Entre todas las actividades que se celebran, las más esperadas son los pasacalles y el baile de gigantes, enanos y caballitos. La plaza Major está a rebosar. La cobla (un tipo de agrupación musical tradicional) interpreta las melodías que todo el mundo sabe entonar y las figuras cobran vida para representar los bailes y rituales de una celebración solemne, majestuosa e impresionante.
Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Verges para Jueves Santo, será un día que no olvidarás. Es el gran día de las celebraciones de Semana Santa que conmemoran la pasión y muerte de Cristo. Vivirás tradiciones tan singulares como la iluminación de la calle Cargols, con pequeñas lámparas de aceite hechas con conchas de caracoles, o como la espectacular Danza de la Muerte, una escena con orígenes en la Edad Media, en la que cinco danzantes vestidos de esqueletos anuncian la inevitable llegada de la muerte.
A los pies del macizo del Montseny hay un pueblo que una vez al año engalana sus calles con alfombras de flores. Parece el inicio de un bonito cuento, y es ciertamente una tradición con una magia especial. Las alfombras de flores son una gran muestra del trabajo colectivo de la gente de Arbúcies durante todo el proceso (diseño, recogida de flores y hojas, confección de las alfombras…) y también de arte efímero: se instalan por la mañana, y por la tarde un gran pasacalle popular de gigantes y músicos con dulzainas pasa por encima y las pisa, convirtiéndolas en un mosaico de colorines.
En Semana Santa, Cornellà del Terri celebra su fiesta mayor. Todo es alegría, baile y buen humor. Las celebraciones comienzan con un grupo de vecinos que salen en busca del árbol más grande, que recibe el nombre de maig (mayo). Lo talan, lo plantan en la plaza y lo adornan con astas y cuernos de animales. El árbol de mayo es el centro de muchas actividades festivas, como el baile del Cornudo, una gran danza colectiva al toque de músicas alegres y con la aparición misteriosa de un personaje que tiene unos grandes cuernos retorcidos.
A principios de junio, un conjunto de danzas de origen remoto protagoniza el momento estelar de la fiesta mayor de Sant Feliu de Pallerols. Hacen referencia a una batalla legendaria entre los sarracenos y los vecinos de la localidad. Cinco caballitos, una pareja de gigantes y una mulassa bailan al ritmo de la cobla por las calles del pueblo, representando la victoria de los lugareños ante el enemigo. Según cuenta la leyenda, el ejército musulmán era más numeroso, pero pudieron atemorizarlo con caballos de cartón, gigantes y una bestia (la mulassa).
La Navidad en Cataluña no sería lo mismo sin los pesebres vivientes ni los pastorcillos. Algunos pueblos reviven el nacimiento de Cristo con los belenes vivientes, dramatizaciones de escenas del nacimiento de Jesús protagonizadas por los propios vecinos. Uno de los más tradicionales es el de Bàscara, una pequeña localidad del Empordà.
El patrimonio cultural catalán también recoge Els Pastorets, una tradición de origen medieval basada en la teatralización del nacimiento de Jesús, que hoy se ha modernizado y es la obra más representada en Cataluña.
Sherry Ott, escritora y fotógrafa de viajes, se adentra en el mundo del folclore catalán y vive la fiesta gracias a la peña castellera La Fal·lera Gironina y de la peña castellera Marrecs de Salt.
