Fachadas emblemáticas que hablan sobre la Costa Brava y el Pirineo de Girona

Comenzamos la ruta en Sant Feliu de Guíxols y uno de los edificios más singulares del centro: el Nuevo Casino la Constancia o Casino dels Nois, una joya arquitectónica de estilo novecentista que destaca por su fachada ornamentada y sus ventanales redondeados. Construido en 1888 como punto de encuentro para la burguesía local, hoy sigue siendo un símbolo de la vida social y cultural de la ciudad. El contraste entre el azul del cielo y la blancura de la fachada te transporta a una época en la que los bailes y las tertulias eran el centro de la vida cotidiana.

Continuamos la ruta hacia Caldes de Malavella, donde encontramos uno de los edificios más espectaculares del termalismo catalán: el Balneario Vichy Catalan. Construido entre finales del siglo XIX y principios del XX, es un ejemplo perfecto del modernismo aplicado a la arquitectura del ocio y la salud. Su fachada destaca por los tonos cálidos, los esgrafiados y los detalles cerámicos que nos recuerdan el gusto por el detalle propio de la época. Hoy en día, el balneario sigue ofreciendo experiencias relajantes rodeadas de un ambiente histórico único.

Siguiendo con el estilo modernista y neoclásico y en la misma localidad, encontramos el Balneari Prats, con una fachada de elegancia señorial calmada que data de entre 1890 y 1900. Forma parte del Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña y uno de sus puntos fuertes es la piscina exterior, donde puedes sumergirte en la calidez reconfortante del agua termal mientras sientes su masaje acuático sobre la piel. Con una temperatura constante de 34 °C, ofrece una experiencia única para el cuerpo y la mente. Visitar este balneario es adentrarse en un maravilloso sanatorio que bien podría ser aquel que el escritor Thomas Mann describía en su obra maestra La montaña mágica.

La siguiente parada nos lleva al corazón de Girona, donde encontramos una de las imágenes más icónicas de la ciudad: las casas del Onyar. Con sus fachadas coloridas que se reflejan en el agua del río estas residencias conforman un mosaico vivo y cambiante según la luz del día. Construidas sobre antiguos cimientos medievales, han sido testigos del paso del tiempo y hoy se convierten en una postal imprescindible para cualquier visitante. Desde el puente de Piedra o el puente de Hierro, se puede contemplar esta maravilla arquitectónica que parece suspendida entre el agua y el cielo.

Seguimos esta ruta haciendo una visita a la Torre Galatea de Figueres, una de las fachadas más excéntricas y conocidas de la región. Este edificio, que forma parte del Teatro-Museo Dalí, destaca por sus tonos rojizos, los huevos gigantes sobre el tejado y los detalles dorados en forma de pan. Antiguamente, formaba parte de las murallas medievales de Figueres, pero Dalí la transformó en su última residencia y en una obra de arte en sí misma. Hoy, la Torre Galatea es un homenaje permanente al genio del surrealismo y una de las imágenes más fotografiadas del l’Alt Empordà.

Continuamos rumbo a la capital de la Garrotxa para admirar la Casa Solà Morales, una de las obras más espectaculares del modernismo en Olot. Construida en 1916 por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, esta casa es un verdadero tesoro para los amantes de la arquitectura. Su fachada combina elementos de hierro forjado, mosaicos y detalles florales característicos del modernismo. Pasear por el centro de Olot y descubrir este edificio es como hacer un salto atrás en el tiempo.

Finalmente, llegamos a Ripoll para contemplar una de las joyas más impresionantes del románico catalán: la portalada del monasterio de Santa María de Ripoll. Esta auténtica biblia de piedra, esculpida en el siglo XII, es mucho más que una portalada. Se trata de uno de los ejemplos más monumentales de decoración escultórica, vinculado a la escuela de Tolosa. La portalada muestra una gran estructura rectangular adosada al muro realizada en piedra de gres local y trabajada en relieve con escenas bíblicas y motivos vegetales y geométricos. Su singularidad radica tanto en su forma, un gran arco de triunfo, como en la riqueza y complejidad de su programa iconográfico, concebido muy probablemente dentro de la propia comunidad de benedictinos ripolleses.

Recorrer todas estas fachadas es mucho más que una simple excursión: es un viaje en el tiempo a través del arte, la historia y la cultura de la Costa Brava y el Pirineo de Girona.