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Periodista, comunicadora, caminante curiosa, enamorada de las personas y de mi pequeño país
¿Quieres pasear por algunos parajes naturales de la provincia de Girona donde el agua es la protagonista absoluta? Visitarlos es un placer. Protegerlos, una obligación.
Es valiosa, necesaria, imprescindible y, por desgracia, muy escasa. Quizá por eso nos gusta tanto aventurarnos a descubrir paisajes donde su energía, su frescura y su melodía lo envuelve todo. Es vida para el planeta, para nosotros y para nuestra inspiración. Es agua.
La cascada de la Caula (Les Escaules, Alt Empordà). Se encuentra en una curva de la carretera que une Pont de Molins y Les Escaules y detenerse a contemplarla es una decisión de lo más acertada. Esta cascada de rocas cubiertas de musgo sorprende a todos los visitantes con su impresionante altura de 30 metros, formando una generosa caída de agua que culmina en un cautivador desfiladero. La escena se vuelve espectacular cuando ha llovido en los días anteriores. Muy cerca de allí hay un pequeño bar restaurante con unas cuantas mesas y sillas bajo unos plátanos, de modo que todo invita a alargar el momento tanto como se desee. El baño, por cierto, está prohibido.
Puigcerdà. Maria Geli - Pilar Planagumà. Arxiu d'imatges PTCBG.
Lago de Puigcerdà (Puigcerdà, Cerdanya). Es uno de los lugares más fotografiados en toda la comarca, y lo es durante todo el año debido a que cada estación le otorga una magia única a través de su paleta de colores. Durante la primavera y el verano, se viste de verde exuberante, mientras que en otoño se tiñe de tonos amarillentos y pardos, y en invierno, si la nieve lo permite, se viste de blanco. El lago de Puigcerdà, alimentado con agua de la acequia, lleva más de cien años siendo un punto habitual de ocio, relajación y descanso tanto para sus habitantes como para sus visitantes. En verano hay una atracción añadida, que no es el baño –que no está permitido–, sino la posibilidad de pasear en barca, siempre respetando la flora y la fauna que habita pacíficamente en este lugar.
Lago de Malniu (Meranges, Cerdanya). A quien le guste la montaña, este lago que nace en la falda del Puigpedrós (2.915 m) le conquistará. Para llegar, hay que aparcar el vehículo en el refugio de Malniu que, dicho sea de paso, nos puede proveer con un delicioso pícnic o bocadillo si no vamos preparados. A partir de aquí, bienvenidos a una fantástica caminata de unos 40 minutos que discurre por medio del bosque y que poco a poco va ganando altura. La recompensa es un lugar bucólico, salvaje, silencioso y auténtico que podemos explorar a pie y con calma, porque solo así se interioriza su belleza y su poder sanador. Como en todos los lagos de alta montaña, y precisamente para preservar su equilibrio natural, no está permitido el baño.
Vall de Núria. Oriol Molas. Arxiu d'imatges PTCBG.
Paseo de la Riera (Arbúcies, Selva). Se trata de otro paseo inspirador que nos conecta con las energías revitalizantes del agua, en este caso del agua que nace en lo alto de las montañas del Montseny y que fluye, que corre, que pasa, que empuja y nos llama. No es extraño que el pintor modernista Santiago Rusiñol visitara el lugar en más de una ocasión y plasmara este paisaje de vegetación exultante en más de una tela. De hecho, el itinerario de senderos, caminos, puentes y pasarelas de madera que se extiende un kilómetro y medio lleva su nombre.
Lago de Núria (Núria, Ripollès). Ya al llegar notaremos el abrazo de las montañas. A casi 2.000 metros de altura el paisaje es fabuloso; el aire, limpio; los colores, vivos, y los alicientes, infinitos. Uno de ellos es el lago artificial que se encuentra resguardado en el valle y que, en realidad, es un pequeño embalse. Gusta a todo el mundo, en invierno y en verano, y tanto mayores como pequeños se acercan, se sacan fotos, lo contemplan y se adentran en él, no para bañarse –que está prohibido–, sino para dar un tranquilo paseo en barca o canoa.
Estany de Banyoles. Ajuntament de Banyoles. Arxiu d'imatges PTCBG.
Lago de Banyoles (Banyoles, Pla de l’Estany). El lago más grande de Catalunya cierra este pequeño catálogo protagonizado por el agua que tenemos tierra adentro. Es ancho y extenso –más de dos kilómetros de largo– y, de forma regulada, pueden practicarse algunos deportes náuticos. Los ocho kilómetros de su perímetro, decorados con vegetación de ribera, pueden completarse a pie o en bicicleta. En verano, hay zonas reservadas al baño, así que un chapuzón hace de esta visita una experiencia completa.