Periodista, comunicadora, caminante curiosa, enamorada de las personas y de mi pequeño país
Guia para ver los mejores paisajes de las comarcas de Girona prácticamente a vista de pájaro.
En el Empordà lo saben bien: la fuerza del viento es única, porque ha esculpido gran parte de los paisajes naturales del territorio. Tal vez en su honor, en el municipio de Palau-saverdera hay un punto elevado que lleva su nombre, Mas Ventós. Porque aquí el viento barre la niebla y deja a la vista la perfecta bahía de Roses y todos los horizontes del Alt Empordà. Llegar es de lo más sencillo; basta con coger la carretera GIP-6041 que sube por la sierra de Rodes en dirección al monasterio de Sant Pere de Rodes.
En el otro extremo de esta misma comarca, tierra adentro, se encuentra uno de los pueblos medievales mejor conservados del Empordà, Sant Llorenç de la Muga. Se extiende a orillas del río Muga y bajo la protectora presencia de la Torre de los Moros, una torre de guardia milenaria de planta circular perfectamente conservada y declarada bien cultural de interés nacional. Ubicada en una pequeña colina, se puede llegar hasta ella dando un agradable paseo circular y se ha convertido en un mirador impresionante del valle de la Muga.
Roses. Oscar Rodbag. Arxiu d'Imatges PTCBG.
En la comarca de la Cerdanya también hay una estructura alta y de piedra que se ha convertido en un atractivo turístico. Es el mirador del campanario de la antigua iglesia de Santa Maria, que se encuentra en pleno centro de Puigcerdà. Sobran las palabras cuando, después de subir más de un centenar de escalones por una escalera de caracol se llega a lo más alto, a 35 metros de altura. Sobran los adjetivos cuando se juega a contemplar, prácticamente a vista de pájaro, la geometría que dibujan cultivos, pueblos y montañas.
Castellfollit de la Roca es un pueblecito con encanto de la Garrotxa. Reta a la verticalidad, ya que se encuentra en lo alto de un risco de 50 metros de altura enmarcado por dos ríos, el Fluvià y el Toronell, lo que hace que el visitante siempre busque un punto desde el que observar la espectacular y caprichosa panorámica. Desde hace unos años, esta función la cumple la pasarela de madera que se ha construido por encima del Fluvià, que queda perfectamente integrada en las caminatas que se pueden hacer por la zona.
Castellfollit de la Roca. Maria Geli - Pilar Planagumà. Arxiu d'Imatges PTCBG.
Una breve caminata es lo que se necesita para subir al mirador de la Cruz de Setcases, el último pueblo del valle de Camprodon, en el Ripollès. Desde este pequeño montículo rocoso se observa una escena rural perfecta, una pintura en la que predominan tres colores: el marrón de las tejas de todas las casas; el verde de la cordillera y el valle en el que se encuentra el pueblo, y el azul del cielo limpio y fresco. Es el lugar en el que disfrutar de ese momento de descanso que la vida nos pide de vez en cuando.
Otro paseo agradable, con otra colina, otra cruz y otra perspectiva inolvidable la encontramos en el Puig de Sant Martirià de Banyoles. Aquí las tranquilas aguas del lago o estany de Banyoles presiden un paraje amplio y generoso que no podía recibir ningún otro nombre que no fuera Pla de l’Estany.
Estany de Banyoles. Ajuntament de Banyoles. Arxiu d'Imatges PTCBG.
La última panorámica se la reservamos a la capital de las comarcas gerundenses, Girona, y a las vistas únicas que ofrecen los tramos de muralla romana que todavía la rodean. Desde esta atalaya, que se puede recorrer con tranquilidad durante una hora y media, las vistas son impresionantes: por aquí, el perfil esbelto de los principales monumentos de la ciudad, por allá el paisaje que se expande hacia el horizonte… ¡Una visita imprescindible!